
El bozal es un elemento que, en principio, es rechazado por cualquier perro. La lucha que surge entre el perro y el bozal hace que este tenga una experiencia negativa y ya se convierte en algo que odia de por vida.
Hay una serie de ejercicios y ayudas que convierten esta experiencia a priori negativa, en algo normal y que el perro asociará al paseo.
Por normativa, algunas ciudades exigen el uso del bozal en todos los perros o en algunas razas y ya no está limitado a su función original que era ser un instrumento para perros que muerden. Ahora hasta el más bueno se ve obligado a llevarlo de modo que este periodo de aprendizaje nos da mucha pena.
En el blog de la clínica veterinaria os daremos unas pautas para convertir al bozal en un amigo y no en un enemigo.
Los bozales se dividen en dos tipos principales:
Los de tubo
Se basan en cerrar la boca del animal para que no pueda morder al no poder abrir la mandíbula.
Se les llama de tubo pues esa es su forma y están abiertos por delante. Para evitar que el perro muerda deben de estar bien ajustados no permitir que el animal abra nada la boca, lo cual implica que también le impedirá jadear. Esto es muy peligroso cuando hace calor porque le impedirá bajar su temperatura, pero también le dificultará respirar cuando haga ejercicio.
Podemos imaginarnos la angustia que puede sufrir, e incluso puede llegar a morir. Por eso se entiende el porqué algunas ciudades han prohibido su uso.
Suelen ser de nailon o tela, pero los hay incluso de cuero.

Los que tienen forma de cesto
Pueden ser de diferentes materiales y forman una rejilla que envuelve a la boca por todos sus lados. Cuando el perro intenta morder, la rejilla se interpone en medio. El perro puede abrir la boca, así que le permite jadear y por lo tanto regular su temperatura cuando hace calor. También le permite beber y recibir premios. De modo que este bozal permite hacer una vida normal al perro. Son los más recomendados.
Tamaño y forma adecuados para el bozal de un perro
Para que un bozal tenga su función de impedir la mordedura y a la vez sea cómodo, debe de ser de la talla adecuada. En el mercado ya existen muchos modelos que permiten escoger un bozal incluso para perros chatos. Lo mejor es llevar el perro a la tienda y que profesional le pruebe varios modelos y tallas, y elija el más adecuado.
Cómo acostumbrar al perro al bozal
Ahora que ya tenemos el bozal adecuado debemos acostumbrar al perro poco a poco a su uso, de modo similar a como se acostumbró al collar. Sabes que cuando oye el sonido del collar lo asocia a salir a la calle, actividad que para él es agradable, pues intentaremos que esto mismo le ocurra con el bozal.
Prepara los premios que más le gusten. Se trata de ir paso a paso y premiar en cada uno.
Primero hay que dejar que huela el bozal. Antes de que termine de olerlo debes de dar el premio, así asociará su olor al premio. Sigue unos minutos haciendo otras cosas y vuelve a hacer la misma operación: oler e inmediatamente un premio. A la tercera o cuarta vez verás que ya pone carita de esperar el premio.
Es cuando pasamos a la siguiente fase de que se ponga él mismo el bozal. Sí, has oído bien. Se trata de que él meta el hocico en el bozal y no que tú pongas el bozal en el hocico. Así será más positivo. Y, ¿cómo lo logramos? Con premios. Pon en tu palma un premio que quepa por el medio de la rejilla, coge el bozal con esa mano de modo que pegas la palma a la rejilla y ofreces el premio imaginando que no hay bozal pero enfocándolo al hocico. Se trata de que el perro se olvide del bozal y quiera acceder al premio. Para ello tendrá que introducir el hocico en la cesta.
Vuelves a hacer más cosas durante unos minutos y retomas el ejercicio varias veces, intercalándolo con otras cosas para no cansarlo del bozal y que intente evitarlo. El ritmo de evolución lo marca que el perro no intente esquivar el bozal. Si lo hace, hay que repetir fases e ir más lento.
Un momento decisivo es el de atar la cinta de atrás de la cabeza, porque si intenta arrancarse el bozal debes de estar listo para desviar su atención con un premio. No puedes quitárselo en ese momento porque aprenderá que recibe el premio de librarse si intenta deshacerse de él.
También hay que atarlo lo suficiente flojo para que moleste menos y lo suficiente justo para que si intenta sacarlo, no pueda.
Ten preparados muchos premios y que le gusten mucho. Mientras se toma el primer premio, sácale el bozal. Después vas aumentando el tiempo que lo lleva puesto. Si lo ves con él puesto y que está mirándote en espera de otro premio, será buena señal. Recuerda siempre intercalar el ejercicio del bozal con otros ejercicios diferentes.